
En el corazón de la Reserva de la Biosfera de Urdaibai, nuestros viñedos son mucho más que hileras de cepas: son pequeños ecosistemas llenos de vida. Cada parcela encierra un equilibrio único entre el suelo, el clima y la vegetación que la rodea. Esa biodiversidad vegetal es la que da forma —en silencio, año tras año— a la complejidad aromática de nuestros txakolis.
Los viñedos de Itsasmendi son un mosaico de colores, texturas y aromas. En ellos conviven gramíneas, leguminosas, solanáceas, rosáceas, crucíferas, cucurbitáceas y muchas otras familias botánicas. Esta diversidad vegetal no solo protege el suelo y fomenta la vida microbiana, sino que también influye en el carácter sensorial de nuestros vinos, aportando matices sutiles y expresivos.
El paisaje aromático de Urdaibai se refleja en la copa:
- En el descriptor floral, aparecen notas de flores blancas como el azahar, el lirio o el tilo, acompañadas de toques de flores amarillas y azules que evocan los prados en primavera.
- En el herbáceo, se descubren aromas de hinojo, salvia, hierba luisa o manzanilla, que recuerdan a los caminos entre viñedos y al frescor de la hierba recién cortada.
- En el balsámico, emergen sensaciones de eucalipto, menta, sándalo o resina, que aportan profundidad y frescura, evocando el bosque atlántico que abraza nuestros viñedos.
Cada planta, cada flor y cada hierba que crece junto a las cepas contribuye, de forma invisible, a la identidad olfativa de Itsasmendi. Nuestros vinos son, en esencia, una interpretación del paisaje que los rodea: un retrato líquido de la naturaleza viva de Urdaibai.
Os dejamos aquí algunas imágenes de las especies más comunes que habitan entre nuestras viñas, testigos silenciosos del diálogo constante entre biodiversidad y vino.







